viernes, 30 de mayo de 2014

Ajuar funerario


Debo confesar que fue luego de leer Inquisiciones peruanas (aquí), de Fernando Iwasaki, cuando me decidí a explorar Ajuar funerario (Páginas de Espuma, Madrid, 2012), a pesar de que Jesús el Librero me la recomendaba con énfasis. El Ajuar funerario es una colección de relatos brevísimos, algunos de sólo unas pocas líneas, que al mismo tiempo deleitan e inquietan al lector. En la contraportada:
Ajuar funerario es un homenaje a la literatura de terror y a la micronarrativa, porque Fernando Iwasaki ha logrado concentrar en diez o doce líneas todo el escalofrío, la náusea y el desasosiego del género. ¿Es posible que los fantasmas, las pesadillas, los ritos y las supersticiones nos puedan seguir asustando en pleno siglo XXI? Si se tiene hijos, insomnios o hipotecas, mejor no lea Ajuar funerario.
No es tan grave y preocupante la cosa cuando el lector disfruta de este tipo de literatura, como es mi caso. Los leí de noche, cuando todo estaba en silencio. A pesar de su brevedad, las narraciones no pierden un ápice del terror o la desesperación que intentó el autor. Es buena literatura, sin duda.

En el Epílogo a la quinta edición, Iwasaki nos ilustra sobre su origen e influencias:
Desde que publiqué Ajuar funerario, los lectores han querido saber cuánto de Poe, Lovecraft o Hoffmann crepita en aquellas historias, pero yo trato en vano de hacerles ver que fueron las historias de la casa de mi abuela las que me prepararon para leer a Poe, Lovecraft y Hoffmann...
(...) En Ajuar funerario resuenan los ecos de Borges, Maupassant y Henry James; pero también pululan por ahí el corredor de los cuartos de los tíos muertos, el fantasma irascible de la bisabuela, la risa hweladora de Guillermina, el crucifijo sangriento de la cómoda de mi abuela y aquel Salón de los Muertos donde pasé una noche siniestra en 1970...

Fernando Iwasaki

jueves, 29 de mayo de 2014

La sucesión bizantina

Justiniano el Grande (482-565). Fragmento de mosaico de la basílica de San Vital, Rávena
Los bizantinos, que eran un pueblo piadoso, tenían un concepto del poder vinculado a la religión. Nada de particular en eso porque en Occidente, hasta la Revolución Francesa, se consideraba que los monarcas absolutos lo eran por derecho divino y que tanto era pecado insurgir en su contra.

Santo Tomás de Aquino (1224-1274)
Sobre el tema, conversaba yo un día con un viejo amigo que ha hecho estudios profundos sobre Santo Tomás de Aquino y su obra y acoté que el santo tenía una opinión clara sobre la tiranía y cómo salir de ella. En su Gobierno de Príncipes, indica que el tirano es quien desprecia el bien común y busca el bien privado y que "se ha de proceder contra la maldad por autoridad pública", pues el tirano no sólo afecta el bienestar temporal de sus súbditos, sino que ante todo impide las cosas espirituales. "Y no es raro, pues el hombre despojado de la razón; se deja arrastrar por el instinto, como la bestia cuando gobierna".

Opina el Doctor Angélico que aún en caso de tiranía ésta debería tolerarse para evitar males mayores, argumentado que cada tirano que se pretenda eliminar por otro personaje, o por un grupo, acabarán terminando en otra tiranía, por el vicioso génesis de la llegada al trono, cometiéndose  en demasía arbitrariedades que serían más dañosas que la misma tiranía; y además, que "cuando la tiranía es en exceso intolerable, algunos piensan que es virtud de fortaleza matar al tirano". Disentía de San Pedro en lo que respecta a la sumisión al poder, incluso si éste es tiránico. En suma, Santo Tomás considera la sedición como un pecado mortal, mas la resistencia justificada  no consistía, a su juicio, sedición, pues el poder está justificado cuando sirve al bien común.

Los bizantinos eran más radicales que Tomás de Aquino. Su sistema político, sin una constitución que aclarase el aspecto  de la sucesión ni el cambio de gobierno, se prestó a todo tipo de intrigas y violencias. Ayer mientras expurgaba en mi biblioteca encontré el volumen Bizancio, de la colección Las grandes épocas de la humanidad editada por Time-Life International en 1967. Allí leemos:
Pantocrator. Mosaico bizantino (1261)
Santa Sofía, Estambul
...los emperadores de Bizancio se identificaban con su Dios: eran su manifestación visible. la actividad invisible de Dios, como todo el mundo sabía, consistía en reunir a todos los principados celestes en una armonía ordenada bajo su gobierno absoluto y de la mano de su infinita y todopoderosa bondad. Su actividad visibles, llevada a cabo por el emperador, consistía en guiar a toda la humanidad a una armonía ordenada dentro de un estado universal, bajo el gobierno absoluto de la monarquía. Así la sociedad humana imitaría a la sociedad divina. Como Dios, creador del universo, que lo rige con su providencia, era el ordenador del orden cósmico, centro inmutable alrededor del cual todo giraba, así el emperador, su proyección humana, debe ser el regulador del cual giran todos los asuntos humanos.
De ahí se deduce que todas las acciones del emperador, así como su cargo, tenían un carácter sagrado y simbólico.
(...) la idea misma de que un emperador era elegido por la gracia divina significaba que en esta cuestión no podía haber regla constitucional definitiva. La única manera cierta de conocer la voluntad divina, era ver quién era el que efectivamente ocupaba el trono. En otras palabras, todas la maneras de llegar a emperador eran legítimas -siempre que tuviesen éxito. Por otra parte, un intento fracasado de alcanzar el trono, por no haberlo conseguido llevarlo a buen término, era imperdonable y desastroso para el presunto gobernante.
Además, lo que Dios había otorgado, podía también quitarlo. El trono de un emperador podía serle arrebatado de la misma manera repentina e imposible de predecir como la que se le había conferido antes -y generalmente las consecuencias eran para él tan terribles, su posición era tan delicada y como sobre un volcán, como si hubiese intentado hacerse con el poder, y hubiese fracasado.
El libro nos da una larga lista de emperadores envenenados, mutilados, apuñalados y estrangulados. De los 88 emperadores que reinaron desde Constantino I (324) a Constantino XI (1453), 29 murieron violentamente y otros 13 terminaron recluidos en un monasterio. Como ejemplo de una transmisión de mando accidentada, los autores nos presentan dos casos: Nicéforo Focas (969) y Andrónico Commeno. Transcribiré lo que le sucedió a este último:
Muerte de Andrónico I Commeno.
Edición del siglo XV de la Historia de Guillermo de Tiro.

La más repugnante de todas las muertes imperiales fue probablemente la de Andrónuico I Commeno en 1185. Fue encadenado a una picota durante días, y apaleado brutalmente; le rompieron los dientes con martillos y le cortaron una mano. Luego fue atado al dorso de un camello enfermo y paseado por las calles de Constantinopla. Finalmente, después de haber vertido agua hirviendo sobre su cara, y de haberle arrancado un ojo, fue llevado al Hipódromo para continuar la tortura. Una y otra vez repetía: "Señor, ten piedad de mi. ¿Por qué golpeas una caña rota?" Como corolario, fue liberado de sus tormentos al hundirle una espada en sus entrañas.




  • IUSTITIA EST CONSTANS ET PERPETUA VOLUNTAS IUS SUUM CUIQUE TRIBUENS
  • Justicia  es la perpetua y constante voluntad de dar a cada uno su derecho
  • INIURIA EST OMNE QUOD NON IURE FIT
  • Injusticia es todo  lo que se hace en contra del derecho

Institutas, compilación de Justiniano

miércoles, 28 de mayo de 2014

Una familia taurina

Mito de Pasífae y el toro.  Maestro de Cassoni.
Museo del Petit Palais d'Avignon

Un buen número de mitos helenos, luego adoptados por los romanos, se vinculan con Creta y el período minóico. Quizá la más conocida sea la de el Minotauro y su muerte a manos de Teseo; o tal vez la de Europa, raptada en Sidón por Zeus, en la forma de un bello y manso toro blanco. ¿Quién no conoce la historia del laberinto construido por Dédalo? La dinastía reinante en esa feliz época era una familia de gustos taurinos. Veamos qué nos dice Higinio en Fábulas mitológicas (Alianza Editorial, Madrid, 2009). Comencemos por la abuela Europa:
Europa y el toro. Anteriormente en el Museo Getty, hoy en Italia
Europa, hija de Argíope y Agénor, era de Sidón. Júpiter se transformó en toro, la llevó desde Sidón a Creta y engendró en ella a Minos, Sarpedón y Radamante.
Su padre Agénor envió a sus hijos con la orden de que trajeran a su hermana de vuelta o, encaso contrario, que no regresaran ante su presencia.
Fénix marchó a África y allí se quedó. Por eso los africanos son llamados púnicos. Cílix dio su nombre a Cilicia.
Cadmo, mientras andaba errante, llegó hasta Delfos. Allí el oráculo le respondió que comprara a unos pastores un buey con una marca en forma de luna en el costado y que lo hiciera avanzar delante de él: allí donde se acostara estaba destinado que él fundara una ciudad y la gobernara,
Tras oír el oráculo, Cadmo cumplió las órdenes y, buscando agua, llegó a las fuente Castalia, que custodiaba un dragón, hijo de Marte. El dragón mató a los compañeros de Cadmo, pero Cadmo lo mató con una piedra. Minerva le indicó que levantara surcos y sembrara sus dientes; y de ellos nacieron los Espartos.
Estos lucharon entre sí y sobrevivieron cinco de ellos (...) Por otro lado, el buey que había seguido Cadmo dio nombre a Beocia.
Apolodoro, que es más exacto que Higinio, dice que Fénix se estableció en Fenicia, que toma su nombre. Pero volvamos a la familia de Europa: su hijo Minos y la nuera Pasífae:
Pasífae y el toro blanco. Pablo Picasso
Pasífae, hija del Sol, esposa de Minos, no había hecho sacrificios en honor de la diosa Venus duranbte unos cuantos años: por ese motivo Venus infundió en ella una pasión abominable, para que ella amara, bajo otra forma, al toro del que estaba enamorada.
Entretanto llegó Dédalo desterrado pidiendo ayuda. Construyó para ella una vaca de madera y la recubrió con la piel de una vaca auténtica, dentro de la cual copuló con el toro. De esta unión parió al Minotauro, un ser con cabeza de toro y cuerpo humano.
Entonces Dédalo construyó para el Minotauro un laberinto sin salida, en donde fue encerrado.
Minos, al enterarse, encarceló a Dédalo, pero Pasífae lo liberó de las cadenas. Así pues, Dédalo fabricó unas alas para él y para su hijo Ícaro, las ajustó y huyeron volando de allí. Ícaro voló muy alto, elñ sol calentó la cera y cayó al mar, que fue llamado mar de Icario por él. Dédalo voló hasta los dominios del rey Cócalo, en la isla de Sicilia.
Otros dicen que cuando Teseo dio muerte al Minotauro, condujo a Dédalo de nuevo a Atenas, su patria.
Y el hijo de Europa y el toro, ahora corneado por su mujer con otro toro blanco... Veamos qué hace:
Teseo mata al Minotauro
Cuando Minos, hijo de Júpiter y Europa, luchó contra los atenienses, su hijo Androgeo resultó muerto en la batalla. Después de haberlos vencido, los atenienses comenzaron a ser tributarios de Minos. Pero también determinó que cada año enviaran a siete hijos como pasto del Minotauro.
El resto de esta historia es bastante conocido. Teseo llega desde Trecén y al oír de las desgracias de Atenas, se ofrece voluntariamente para ir a Creta. Allí mata al Minotauro, se lleva a Aridna, la abandona en Naxos y luego casa con Fedra, herma de Aridna. ¿Cómo conclue la historia de Dédalo, ahora en Sicilia?
Minos, puesto que le habían ocurrido muchas desgracias por culpa de Dédalo, lo persiguió hasta Sicilia y solicitó al rey Cócalo que se lo entregara. Cócalo se lo prometió, pero Dédalo se enteró y pidió ayuda a las hijas del rey. Ellas asesinaron a Minos.
Cuando se visita el palacio de Cnosos, en Creta, uno se siente transportado a una era antiquísima y los recuerdos de esta familia disfuncional se agolpan en la memoria.  Allí está, en nuestra imaginación, el laberinto de Dédalo; escuchan los rugidos del hijo de Pasífae que trata de comerse a los jóvenes atenienses destinados al sacrificio y la lucha de Teseo que mata a esta fiera fruto de la zoofilia, que se queja, muge y chilla... Es algo único que no se experimenta ni en Atenas ni en Roma. Bien vale la pena el esfuerzo.


martes, 27 de mayo de 2014

Cuentos del vampiro


Me gustan los cuentos orientales, pues están llenos de sabiduría y enseñanzas. Hace unos días encontré en una librería, a un precio irrisorio, un ejemplar de Cuentos del vampiro (Paidos Orientalia, Barcelona, 1980), una colección de historias indias de autor anónimo, titulada en sánscrito Vetālapañcavimshatikā. ¿En qué consisten?
Originados en el primer milenio de nuestra Era, estos relatos se cuentan entre los más famosos de la antigua India y se hallan ampliamente difundidos por traducciones o adaptaciones en la mayor parte de las lenguas vernáculas de ese país.
Su narrador es un vetāla (un vampiro, según la traducción consagrada aunque no del todo exacta del término), una especie de fantasma alojado en un cadáver, ser malicioso pero no necesariamente cruel, capaz de engañar a los hombres pero que también puede ser servicial como se observará en esta colección de relatos, en la que en última instancia dará un consejo precioso a su interlocutor, el rey Trivikramasena, cuyo valor admira.
Son historias ligeras, teñidas de una imperceptible ironía, que pintan situaciones precisas, personajes de perfiles nítidos, y en las que le da apariencias de verosimilitud. Testimonio de las costumbres y creencias de la India clásica, la destreza narrativa que en ellas se pone de manifiesto contribuye a estimular la curiosidad y a hacer placentera su lectura.

He pasado largas horas entretenido con las veinticinco historias que este espíritu indio o Baital le contaba al curioso rey mientras éste lo lleva sobre sus hombros, luego de descolgarlo de un árbol. La edición corresponde a una traducción del francés por Alberto Luis Bixio, que contiene muchas notas explicativas que le confieren un valor agregado. Buena adquisición, sin duda.

Los condones de Winston Churchill

Winston Churchill
(1874-1965)
Winston Churchill, Primer Ministro británico para momentos difíciles, tenía un fino sentido del humor y sabía también enviar mensajes claros a amigos y enemigos por igual. En estos días encontré una anécdota suya  en el libro 2500 años de historia al desnudo (Ediciones Martínez Roca, Madrid, 2010), por Tony Perrottet, que no deja de sacarnos una sonrisa. El cuento es el siguiente:
...En la Segunda Guerra Mundial, según un dato apócrifo, el líder soviético Josef Stalin pidió al primer ministro británico Winston Churchill que le echara una mano para resolver la grave escasez de profilácticos que aquejaba al ejército soviético. Churchill ordenó que se fabricara una partida especial de condones de tamaño doble del normal, y después los envió a Rusia con las etiqueta "Made in Britain - Medium".
Si esta historia no es cierta, es ben trovata; describe la actitud de Churchill frente a lo que veía venir una vez finalizada la guerra y le mostraba a estos aliados ocasionales que los británicos eran indomables. Me imagino la cara de los jerarcas soviéticos cuando abrieron unos condones tamaño Rasputín.

Josef Stalin
(1878-1953)

jueves, 22 de mayo de 2014

Pigmalión y Galatea

Pigmalión y Galatea, por Jean-Léon Gérome (1892)
Pigmalión, rey de Chipre, tenía más fama como escultor que como guerrero; tan amante era de su arte que no quiso casarse pues, según él, ninguna mujer viva podía ser tan bella como la figura que moldeaba con sus manos. Trabajó en una figura de marfil con tanto tiempo y amar que se convirtió en la señora de su corazón, hasta tal punto que habría dado todo lo que tenía por darle vida, además de belleza y elegancia. Todos los días trabajaba para darle toques de perfección a la forma sin sentido, todas las noches suspiraba para que fuese de carne y hueso.
Galatea era el nombre que dio a su estatua, en vano la llamaba a la vida. Inútilmente buscaba un beso enamorado y movimiento de sus proporcionadas extremidades. La cubrió de caros tisúes, adornó su cuello y brazos de piedras preciosas, coronó su fría cabeza con flores, pero todo resultó inútil. La escultura continuaba siendo una escultura, que parecía menos bella cuanto más escondía su forma blanca con oro y púrpura.
Llegaron las fiestas de Afrodita, la gran diosa de la isla. Pigmalión fue a su templo llevando ricas ofrendas y presentando una oración apasionada con el humo del incienso que se elevaba desde el altar.
"¡Reina del amor, apiádate de alguien que ha desdeñado tanto tu poder! ¡Dame por mujer el trabajo de mis propias manos o, si no puedes, una doncella de la tierra tan hermosa como Galatea!"
Como si fuese una respuesta favorable, tres veces la llama del altar se alzó en el aire, haciendo que el corazón de Pigmalión latiera deprisa y esperanzado. Se acercó a su casa permaneciendo de pie ante la estatua, que cientos de veces le había casi engañado con la creencia de que estuviese viva.
"¡Galatea!" gritó por milésima vez extendiendo sus brazos; entonces casi retrocedió por temor a lo que tanto tiempo había deseado.
Estando admirándola, la forma de mármol vino en sí. Su pecho palpitaba; por sus venas corría sangre; sus ojos ya no miraban como piedras. No era mentira. Él cogió la mano suave que se iba calentando con la suya. Podía sentir los pulsos palpitantes con su roce. Él sonrió y la cara le devolvió la sonrisa. Habló y los labios de Galatea contestaron: "¡Afrodita ha hecho el milagro!"
Esta versión del mito de Pigmalión y Galatea por el coronel británico Robert Hope Moncrieff (1826-1887) concluye con un fragmento de un poema de W. Morris:
"Sin hablar permanecía él, pero ella respiraba
simple y dulce como ella quería ser,
y en seguida otra vez su voz de clara plata sonaba
llenando el alma de él de gran felicidad.
Y así ella habló: 'Tú no vendrás a mí
¡oh querido compañero de mi nueva vida!
Yo soy llamada a ser tu amante y tu esposa.'"

Pigmalión y Galatea, por Ernest Normand (18886)


El texto está tomado de Mitología Clásica (M. E. Editores, Madrid, 1995) por Robert Hope Moncrieff Aitken, con una infame y pobre traducción a cargo de Pilar Serrano. Vemos, por ejemplo en este caso, que Pigmalión hace a Galatea de marfil y ésta termina siendo de mármol; pero hay cosas peores como gentilicios incorrectos, o el uso de la palabra maíz, cuando este cereal americano no era conocido en el mundo clásico (trigo, espelta y cebada sería lo correcto). Para traducir no sólo se deben conocer las palabras sino también estar enterado del contexto de lo que se traduce.

miércoles, 21 de mayo de 2014

El Corderito de William Blake



EL CORDERO


¿Quién te creó? Corderito,
¿Sabes quién te creó?
¿Te dio vida y alimento
En el prado, en el arroyo;
Te dio un manto delicioso,
De lana tan suave y blanca;
Que voz tan tierna te dio,
Que alegra todos los valles?
Corderito, ¿quién te creó?
¿Sabes tú quien te creó?
Te lo diré, Corderito,
Te lo diré, Corderito:
Es llamado portu nombre,
Cordero se llama él mismo.
Es bondadoso y humilde;
Tornóse en pequeño niño:
Yo niño y tú cordero,
Por su nombre nos llamamos.
Cordero, Dios te bendiga.
Dios te bendiga, Cordero.



THE LAMB

Little Lamb, who made thee?
Dost thou know who made thee?
Gave thee life, & bid thee feed
By the stream & o'er the mead;
Gave theee clothing, wooly, bright;
Gave thee such a tender voice,
Making all the vales rejoice?
Little Lamb, who made thee?
Dost thou know who made thee?
Little Lamb, I'll tell thee,
Little Lamb, I'll tell thee:
He is caled by thy name,
For he calls himself a Lamb.
He is meek, & he is mild;
He became a little child.
I a child, & thou a lamb,
We are called by his name.
Little Lamb, God bless thee!
Little Lamb, God bless thee!



William Blake (1757-1827)
Autorretrato
Hace unos meses compré una Antología bilingüe (Alianza Editorial, Madrid, 2009) del poeta británico William Blake. Mi primera aproximación al autor fue a través de sus grabados para la Divina Comedia, que, a mi juicio, tienen mucho de modernidad. La contraportada del poemario nos presenta al autor:
Catalogado habitualmente como prerromántico por los historiadores de la literatura, WILLIAM BLAKE (1757-1827) es, sin embargo, una figura que desafía cualquier intento de clasificación y que ocupa un privilegiado lugar en la lírica inglesa. Rebelde, visionario y místico, rompió con las doctrinas oficiales de su tiempo (teológicas, morales, políticas y estéticas) y se anticipó a muchos pensadores que hoy forman parte del acervo cultural de Occidente. El suyo es un mundo donde el mal es una fuerza necesaria y las leyes morales son cadenas impuestas al hombre, al que el poeta aspira liberar a través de la imaginación, la visión y el conocimiento.

Uno de los grabados de W. Blake

martes, 20 de mayo de 2014

El diccionario el diablo


A veces uno se encuentra con libros mal ubicados en los estantes de las librerías. Esto es más frecuente en las grandes cadenas cuyos dependientes a veces se fijan más en el título que en el contenido. ¿Ignorancia? ¿Premura?... Eso me sucedió hace un par de años en una librería (no recuerdo cuál, pero la etiqueta me indica la cadena comercial), cuando vi en la sección de DICCIONARIOS al libro El diccionario del Diablo (Edimat Libros, Madrid, 2007), del autor estadounidense Ambrose Bierce. Tenía noticias de esta obra y decidí comprarlo. A mi juicio, aunque se titule como tal y lo parezca, no es un diccionario.

En palabras de Bierce:
El diccionario del Diablo se inició en un semanario en 1881 y se continuó de modo intermitente y a largos intervalos hasta 1906. Ese año gran parte de él fue publicado con tapas bajo el título de El vocabulario del cínico, un nombre que el autor no tuvo la capacidad de rechazar ni la felicidad de aprobar...
"Este más respetuoso le fue impuesto debido a escrúpulos religiosos por parte del último periódico en que ha aparecido una parte de la obra, con la consecuencia natural de que, cuando se publicó con tapas, el país ya había sido inundado por sus imitadores con más de una veintena de libros "cínicos" (...) La mayoría de estos libros eran sencillamente estúpidos, aunque algunos de ellos llevaban añadida la categoría de necios. Entre todos proporcionaron al término "cínico" una desaprobación tan profunda que cualquier libro que lo llevara resultaba desacreditado antes de su publicación".
Además, entretanto, algunos de loas más emprendedores humoristas del país contribuyeron a esas partes de la obra de acuerdo con sus necesidades, y muchas de sus definiciones, anécdotas, frases y demás han llegado a convertirse en algo más o menos habitual dentro del lenguaje popular. Se hace esta explicación, no por ningún orgullo de prioridad en la ocurrencia, sino para defenderme de cualquier posible acusación de plagio, lo cual no es una broma. Al limitarse a ofrecer la suya, el autor espera verse sin culpabilidad ante aquellos a quienes se dirige la obra, almas ilustradas que prefieren los vinos secos a los dulces, sensibilidad a sentimiento, ingenio a humor y simple inglés a jerga.
Este texto, ya clásico de la literatura estadounidense, no está exento de sarcasmo y humor negro. No es un libro para leer de una sentada, sino para degustarlo poco a poco. Nos hará sonreír a pesar de sus irreverencias y transgresiones. Ha envejecido bien y, a pesar de que vivimos en un mundo donde lo políticamente correcto es la norma, sus inventivas se mantienen válidas y nos refrescan.

El texto va acompañado de un estudio preliminar a cargo de Enrique López Castellón, Director del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, que nos ubica, para una mayor comprensión, en la obra de Ambrose Bierce y su época.


Ambrose Bierce (1842-1914)

lunes, 19 de mayo de 2014

Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa

Carlo Gesualdo da Venosa a los 30 años de edad

Hace días que no subo a esta bitácora algo de mi música favorita. Hoy quiero compartir una pieza de Carlo Gesualdo da Venosa (1566-1613), noble renacentista italiano, intérprete del laúd y compositor de música sacra y madrigales de primera línea. Si el azar no lo hubiera llevado a cometer un asesinato, estuviéramos privados de su música. Lo conocí en Canadá a través de un álbum titulado Tenebrae y luego me puse a explorar su repertorio: cinco libros de madrigales a capella; uno de madricales a seis voces, otro de Sacrae Cantiones, Oficio de Tinieblas para Semana Santa y cuatro motetes a María. Hay incluso interpretaciones modernas que no le quedan nada mal.

El perdón de Gesualdo, por Giovanni Balducci (fragmento)
Es un cuadro sobre el Juicio final comisionado por el príncipe
para la Capilla de Santa Maria delle Grazie
Cuando leí que la causa de su retiro de la vida mundana había sido el asesinato doble de su esposa y del amante de ésta encontrados in flagrante delicto fragante, me lo imaginaba clavándolos al tálamo mancillado como un entomólogo lo hubiera hecho con unas mariposas o unas cucarachas. La cosa fue más sanguinaria.

Carlo no era cualquier noble era sobrino de los cardenales (San) Carlos Borromeo y Alfonso Gesualdo (arzobispo de Nápoles), así como sobrino nieto del Papa Pío IV.  Al morir su hermano, queda con el mayorazgo, títulos y derechos familiares. En 1586 contrajo nupcias con su prima María de Ávalos, hija del duque de Pescara, cuatro años mayor que el novio. María pronto se enamora del Duque de Andria y Conde de Ruvo, Fabrizio Carafa, también casado. Como buen napolitano, Carlo sospecha algo y decide montarles una trampa. Le dice a la prima María que iría de caza por dos días, pero en vez de lanzarse a la cinegética, se quedó en casa y esperó hasta que los encontró en plena faena. Carlo mató a la feliz pareja y luego descuartizó lo cadáveres. Esto sucedió el 17 de octubre de 1590.

El mismo Carlo se presenta ante el Virrey de Nápoles, Juan de Zúñiga Avellaneda y Bazán y le refiere lo sucedido. De acuerdo a la ley y la costumbre, este crimen de honor no era punible. Sin embargo el Virrey le aconseja que, para evitar la vedetta de los familiares de las víctimas. Toma nota Carlo de este sano consejo y se retira a su castillo de Gesualdo y con eso se cierra el caso.

Tres años después contrae nupcias con Leonor D'Este, hija del Duque de Ferrara. Las infidelidades de Carlo hicieropn fracasar este segundo matrimonio. Tuvo dos hijos uno de los cuales murió asfixiado (se rumoraba que él era responsable) y luego se dedicó a sacarse el diablo del cuerpo a través de la flagelación con muchachos. Luego de una de estas sesiones, se le encontró muerto y desnudo, tal vez asesinado por alguno de estos muchachos.

Escogí para mostrar algo de su música, el Miserere mei Deus, a cinco voces, en  interpretación de la Oxford Camerata, bajo la dirección de Jeremy Summerly. Espero sea del agrado.



LETRA

Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam.

Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris.
Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.
Asperges me hysopo, et mundabor: lavabis me, et super nivem dealbabor.
Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitates meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne proiicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur.
Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae: et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum, et humiliatum, Deus, non despicies.
Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion: ut aedificentur muri Ierusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes, et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos.

TRADUCCIÓN


Ten piedad de mí, oh Dios, por tu gran bondad
De acuerdo con la multitud de tus piedades, elimina todas mis ofensas.

Lávame más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos: que seas reconocido justo en tu palabra, y claro cuando sea juzgado.
He aquí, yo nací en iniquidad, y en el pecado de mi madre fui concebido.
Pero he aquí, que requieres la verdad en lo íntimo, y me haces entender la sabiduría secretamente.
Tú purifícame con hisopo, y seré limpio: Tú lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Tú me haces oir hablar de gozo y alegría: como los huesos que han abatido mi regocijo.
No vuelvas tu rostro hacia mis pecados, y saca todas mis maldades.
Házme de un corazón limpio, oh Dios, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me alejes de tu presencia, y no tomes tu Espíritu Santo de mí.
O dame la alegría de tu ayuda nuevamente: Y afírmame con tu espíritu libre.
Entonces voy a enseñar tus caminos a los malos, y los pecadores se convertirán a ti.
Líbrame del pecado sanguíneo, oh Dios, Tú que eres el Dios de mi bienestar: Y cantará mi lengua tu justicia.
Tú me abrirás los labios, oh Señor, y mi boca mostrará tu alabanza.
Pues si hubiérais querido un sacrificio, yo os lo hubiera dado: pero no os deleitéis en los holocaustos.
El sacrificio de Dios es un espíritu quebrantado: un corazón contrito y roto, oh Dios, no lo desprecies.
Que seas favorable y benigno para con Sion: para que se edifiquen los muros de Jerusalén.
Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, con los holocaustos y oblaciones: entonces se ofrecen becerros sobre tu altar.

El martillo de los brujos


Es siempre grato revisitar los libros viejos de una biblioteca. No me refiero a incunables, ni ediciones antiguas, sino libros que tienes más de 30 años en los anaqueles y que han sobrevivido a las purgas de textos y cambios de gustos en la lectura.

De la época en que mi curiosidad me llevaba a leer sobre brujería y ocultismo, sólo me resta un libro que en su época era un vademecum de los inquisidores. Se trata del Malleus Maleficarum (Ediciones Orión, Buenos Aires, 1975), obra de los dominicos alemanes Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, quienes lo dieron a la luz en 1486. Según los editores, la traducción a cargo de Floreal Mazia, es la primera en lengua castellana.
De la contraportada:
"Malleus Maleficarum" (El martillo de los brujos). El más famoso de todos los libros sobre brujería fue escrito en 1486 por dos frailes dominicos, Heinch Kramer y Jacobus Sprenger. En el acto, y a lo largo de los tres siglos siguientes, se convirtió en el manual indispensable y la autoridad final para la Inquisición: la hoguera, la tortura, mental y física, de la cruzada contra la brujería. Y detrás de cada uno de los actos sanguinarios, se encontraba este libro. Por eso consideramos que para cualquier comprensión de la historia y naturaleza de la brujería y el satanismo, el Malleus es la fuente importante, la primera fuente.
Mucho más se puede decir del "Malleus". El ejemplar de Ediciones Orión contiene extractos de la Bula de Inocencio VIII, fechada el 9 de diciembre de 1448, en la cual expone el problema de la proliferación de la brujería (una verdadera plaga) y anuncia el nombramiento de Kramer y Sprenger como inquisidores. Resultado del trabajo dedicado de ambos frailes, es el Malleus:
...besan las partes traseras del demonio...

... en los últimos tiempos llegó a Nuestros oídos, no sin afligirnos con la más amarga pena, la noticia de que en algunas partes de Alemania septentrional, así como en la provincias, municipios, territorios, distritos y diócesis de Maguncia, Colonia, Tréveris, Salzburgo y Bremen, muchas personas de uno y otro sexo, despreocupadas de su salvación y apartadas de la Fe Católica, se abandonaron a demonios, íncubos y súcubos, y con sus encantamientos, hechizos, conjuraciones y otros execrables embrujos y artificios, enormidades y horrendas ofensas, han matado niños que aún estaban en el útero materno, lo cual también hicieron con las crías de los ganados; que arruinaron los productos de la tierra, las uvas de la vid, los frutos de los árboles; más aún, a hombres y mujeres, animales de carga, rebaños y animales de otras clases, viñedos, huertos, praderas, campos de pastoreo, trigo, cebada y todo otro cereal; estos desdichados, además acosan y atormentan a hombres y mujeres, animales de carga, rebaños y animales de otras clases, con terribles dolores y penosas enfermedades, tanto internas como exteriores; impiden a los hombres realizar el acto sexual y a las mujeres concebir, por lo cual los esposos no pueden conocer a sus mujeres, ni éstas recibir a aquéllos; por añadidura, en forma blasfema renuncian a la Fe que les pertenece por el Sacramento del Bautismo, y a instigación del Enemigo de la Humanidad no se resguardan de cometer y perpetrar las más espantosas abominaciones y los más asquerosos excesos, con peligro mortal para su alma, con lo cual ultrajan a la Divina Majestad  y son causa de escándalo y de peligro para muchos...
...pisotean la Cruz...
El libro abarca una amplia temática sobre la brujería y cómo combatirla: poderes y prácticas de los brujos, sus relaciones con el demonio, su descubrimiento, etc. Consta de dos partes desarrolladas en base a preguntas y respuestas: la primera sobre los tres concomitantes necesarios para la brujería, cuales son el demonio, un brujo y el permiso de Dios Todopoderoso, y la segunda sobre los métodos por medio de los cuales se obra la brujería, y de cómo puede eliminársela auspiciosamente. El método de los autores para desarrollar su libro, aunado a su experiencia en tal labor, explican que se le haya utilizado durante trescientos años.

Los otros libros que tenía sobre ocultismo, brujería y afines, fueron a parar al basurero. Así queda espacio para textos más interesantes.

viernes, 16 de mayo de 2014

A Jacinto Convit



En estos días murió, a los 100 años de edad, uno de los venezolanos más insignes. El Dr. Jacinto Convit García (1913-2014) fue un científico brillante y dedicado a su trabajo, que lo llevó a descubrir las vacunas contra la lepra o mal de Hansen, y contra la Leishmaniasis. Además realizó importantes desarrollos en materia de oncocercosis y micosis profundas. Postulado al Premio Nobel de Medicina en 1988 Recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1987 y la Legión de Honor de la República Francesa en 2011.

En recuerdo a su larga lucha contra la lepra, transcribo a continuación un poema de Cruz Salmerón Acosta, poeta sucrense, víctima del Mal de Hansen.


Chocho, el perro de la noche estrellada, por Francisco Munguía,
basado en un cuadro de Vincent van Gogh


EL PERRO


A Dionisio López Orihuela


Cuando me vine para mi destierro
un can vino conmigo,
y siempre para mí fue un buen amigo
y un compañero fiel, el pobre perro.

Él, que calles alegres recorría
a mi lado, en mis días de ventura,
vino también a hacerme compañía
en la tan prolongada y tan sombría
calle de mi amargura.

Largas horas pasó junto a mi puerta
echado sobre el suelo
en perenne desvelo
y hasta al más leve ruido, siempre alerta.

Otras veces, después de vana espera
el perro se dormía
como si por instinto comprendiera
que ninguno vendría
a consolar mi vida prisionera.

Y en las noches tan claras como el día,
a la luna lanzaba sus aullidos,
mientras yo prorrumpía
en versos a sollozos parecidos.

Hoy lo he visto morir, y no he llorado
por su viaje sin vuelta, ni siquiera
una lágrima, y he sufrido
pensando cuánto no habría aullado,
por un viaje cualquiera
que yo hubiese emprendido.

Me parece mirarlo todavía
fijando en mí con gran melancolía,
cual queriendo decirme que sentía
más dejarme en este mundo,
que la vida azarosa que él perdía.

¡Ah! Yo habría querido
pobre y noble animal,
en mis brazos tomarte
y cerrarte los ojos tan humanos
y cavarte una fosa con mis manos
y yo mismo enterrarte.

Y enterrándote echar sobre tu frío
cuerpo, puñados de tierra, perro mío,
con besos y con lágrimas mojados,
cual solemos hacer con los despojos
de esos humanos seres adorados
que enterramos con llanto en nuestros ojos.

Mas, como nada de eso he logrado
hacerte, sobre el lecho donde herido
estoy, muy triste un rato me he quedado
viendo la playa donde te has hundido.

Duerme por siempre junto al mar sombrío
que para mí tanta poesía encierra,
en tu lecho de tierra
por el cual con placer cambiaría el mío.


Cruz Salmerón Acosta (1892-1929)


Canto a la colina de los pobres

Tres figuras en marcha, por Héctor Poleo (1943)

CANTO A LA COLINA DE LOS POBRES

Los veía ascender todas las tardes
con el sol de los venados.
Los veía descender en las mañanas
con el canto de los pájaros
por la vieja colina de los pobres.

Lloraban los niños
y soñaban las mujeres
al pie de los árboles dormidos.

Alegres iban mis amigos luminosos,
los amigos de Dios sobre la Tierra,
los que en las manos doloridas llevan
el rojo color de la caoba agraria
y la huella viva del cedro perfumado.

Los veía ascender todas las tardes
por la tierra ondulada y cariñosa,
que cada mañana de la existencia pobre
los hombres besan amorosamente.

-Besa esa tierra, dice una voz.
Y el labio inclinan fervorosamente.

-Besa esa tierra, dice otra voz,
y el ojo turbio del sufrimiento
mira la vida entre las hojas muertas.

-Besa la tierra, cantan en coro las lejanías,
y al corazón visitan jubilosamente
las palabras buenas de nuestro Señor.

Mañana devolveré todos los besos,
responde, al fin, la tierra bienamada.
Devolveré todos los besos
cuando en el costado de los hombres sangre
la rosa pura de una vida eterna.

De: Libro de los cantos (1954)
Por Oscar Rojas Jiménez

Una mañana de paseo por el centro de Caracas, me acerqué a los libreros del Puente de la Plaza España. Allí, en una mesa, estaban apilados, listos para la venta a precios irrisorios, los restos de una variada biblioteca. Al revisar me encontré con Libro de los cantos (Ministerio de Educación, Caracas, 1954), por el poeta Oscar Rojas Jiménez y tenía una dedicatoria que me decidió a comprarlo:
Con los deseos de que esta obra sea del agrado de mi amigo, Doctor José Giacoppini Záraga, abogado y buen gustador de las letras patrias.
(Fdo) Oscar Rojas Jiménez
Caracas, enero de 1955 
Me dio dolor verlo allí, huérfano de su antiguo propietario, recién fallecido. Ahora enriquece la sección Poesía de mi biblioteca.

Grupo Viernes, visto por Vicente Gerbasi
Oscar Rojas Jiménez es el primero de izquierda a derecha, en la segunda fila
Imagen tomada de www.vicentegerbasi.net
Oscar Rojas Jiménez fue miembro del Grupo Viernes, junto con una pléyade de poetas que dieron un vuelco a las letras venezolanas. Fue autor de varios poemarios: Los héroes (1937); Octosílabos (1939); Isla (1940); Tierras y hombres (1942); Canto al trópico americano (1954); Paisajes y hombres de América (1954).

De él diría Vicente Gerbasi:
Lo americano en la poesía de Oscar Rojas Jiménez no es expresado en forma directa, sino mediante la introspección y la indagación de sí mismo, después de haber escuchado sus hondas repercusiones. 
Y Pedro Grases:
En el paisaje se mueven personajes distintos, almas y figuras, que animan la geografía de colores y tonos tan intensamente ricos en el trópico venezolano. Oscar Rojas Jiménez juega con ellos y les hace vivir en este escenario.


jueves, 15 de mayo de 2014

José Antonio Ramos Sucre: Creación y vida


Hace un par de semanas Jesús el Librero me habló sobre una novedad editorial venezolana que él sabía que me habría de gustar. Se trata de José Antonio Ramos Sucre: Creación y vida (Fundavag Ediciones, Caracas, 2013), biografía analítica del excelso poeta escrita por Alberto Silva Aristeguieta, que está acompañada por una semblanza del bardo titulada El genio absoluto de la literatura venezolana, de la pluma de Armando Rojas Guardia. Lo compré de inmediato porque considero que Ramos Sucre requiere una mayor comprensión, fuera de los análisis críticos y literarios que abundan.

De la contraportada:
José Antonio Ramos Sucre ha sido estudiado hasta la saciedad, pero fundamentalmente desde la perspectiva del especialista, de la investigación literaria, académica.
Por el contrario, esta biografía analítica escrita por Alberto Silva Aristeguieta (pariente del poeta) propone otra visión: la de una obra para el gran público pero que, simultáneamente, sirve a quienes necesiten investigar sobre Ramos Sucre, al proporcionarles innumerables pistas tanto desde la voz del biografiado como desde una variedad significativa de textos críticos que lo estudian.
Se trata de una biografía tramada desde la infancia hasta los días finales, que repasa todos los quehaceres del poeta (maestro, abogado, funcionario público), así como las huellas de sus tribulaciones y angustias fundamentales que dan paso tanto a su obra de traductor como a la de creador. En dicho territorio, esta biografía explaya su obra entera, las ideas que la fundan y desarrollan y, en especial, su legado poético.
A manera de colofón, esta obra culmina con una cronología esencial y con una suerte de antología básica del biografiado. En síntesis, en la copiosa obra sobre Ramos Sucre esta de Alberto Silva Aristeguieta no es una más: tiene su propio lugar y pertenencia.

La biografía es un tesoro de informaciones que considero de utilidad para la comprensión de la obra poética de Ramos Sucre, en particular para sus admiradores. Si a ello agregamos la semblanza que de él nos da Armando Rojas Guardia, tenemos un pequeño gran libro, bien escrito, ameno e instructivo.

Alberto Silva Aristeguieta

miércoles, 14 de mayo de 2014

El misterio de Francisco Isnardi


En estos días salió al mercado venezolano, para deleite de los amantes de la historia, el libro El misterio de Francisco Isnardi (Fundavag Ediciones, Caracas, 2014), enjundioso estudio realizado por la historiadora Marisa Vannini de Gerulewicz en los archivos de Venezuela, España, Italia, Francia y el Reino Unido, cuya primera edición española estuvo a cargo del Instituto de Estudios Ceutíes (Ceuta, 2001). La primera edición venezolana, pues, viene a llenar un vacío entre los lectores que difícilmente tendrán acceso a aquella.

La investigación de la Dra. Vannini buscaba originalmente una mayor información sobre Francisco Isnardi, el turinés que la historiografía venezolana coloca como Secretario del Congreso de 1811, corredactor del Acta de Independencia de Venezuela y de su primera Constitución. En el curso de sus pesquisas, se encuentra, no con uno sino tres personajes del mismo apellido (dos de ellos llamados Francisco), todos relacionados con los movimientos revolucionarios que llevaron a la independencia: Francisco Isnardi, el piamontés, cuyos rastros en Venezuela desaparecen hacia 1803; Enrico Iznard, provenzal o francés, a quien Dauxion-Lavaysse encontró en Margarita y que llegó a ser Secretario de la Junta  de esa isla en 1810, y Francisco José Vidal Isnardi, médico gaditano, quien fue el Secretario del Congreso y corredactor del Acta de Independencia de la Constitución de 1811.

Es un libro apasionante, llamado a levantar roncha, pues desentraña el misterio que la historiografía tradicional venezolana ha enmarañado, tal vez por falta es una revisión documental y crítica por parte de historiadores que se limitaban a repetir sin revisar fuentes. Leamos la contraportada:
Esta obra ocupará un lugar preeminente en la historiografía venezolana. Su título, El misterio de Francisco Isnardi, inusual en libros de esta naturaleza, se debe al hecho de que su biografía propició equívocos perturbadores, al menos hasta ahora, alrededor de sí, aunque se trata de un actor clave en el origen de nuestra independencia, pues ejerció el cargo crucial de secretario del Congreso Constituyente de 1811 y fue, además, corredactor del Acta de Independencia del 5 de julio de ese mismo año. Ahora bien, ¿quién fue realmente?, ¿Cuál su origen? y tras la independencia, ¿qué fue de él?
Marisa Vannini de Gerulewicz
Estas son las interrogantes que ya en obra de 2001 había enfrentado nuestra reconocida historiadora, la profesora y escritora Marisa Vannini. Pero esa primera publicación resultó prácticamente desconocida en Venezuelas. Ahora, al fin y con justicia, contamos con esta edición que mantiene las Palabras preliminares que escribiera nuestro expresidente y académico de la historia, don Ramón J. Velásquez, a las que se agrega ahora un esclarecedor Estudio introductorio del historiador y académico Edgardo Mondolfi.
De tal modo que esta primera edición venezolana pone ante el lector un poderoso y fascinante vuelco historiográfico ante lo que hasta ahora fue una biografía mantenida por una larga tradición, pero esencialmente equivocada,
Como ya indiqué, es un texto apasionante que bien merece ser leído. La autora nos lleva, como un detective, de pista en pista, hasta hallar al personaje. También nos lleva a saber el destino final de los otros dos personajes: el turinés, expulsado de los dominios españoles luego de un largo juicio, y el provenzal, quien habría sido fusilado por las fuerzas patriotas en Margarita hacia 1814. No tiene desperdicio.

martes, 13 de mayo de 2014

Himno al Sol

Helios al mediodía, por Anton Raphael Mengs (1728-1779)

HIMNO XXXI

AL SOL

Al Sol a celebrar comienza ahora, hija de Zeus, Musa Calíope, al resplandeciente, al que Eufrisea de ojos
de novilla
engendró para el hijo de la Tierra y el Cielo estrellado;
es que desposó a Eufrisea gloriosa Hiperión,
a su hermana carnal, que para él dio a luz hermosos hijos:
la Aurora de codos de rosa, la Luna de hermosas trenzas
y el Sol incansable, semejante a los inmortales,
que ilumina a los mortales y a los inmortales dioses
mientras con sus caballos viaja. Terrible es la mirada de sus ojos
bajo el dorado yelmo, brillantes rayos de sí
despide en todo su esplendor, y a lo largo de sus sienes las carrilleras
resplandecientes cubren, desde la cabeza, su agraciado rostro
que de lejos brilla. Un hermoso vestido en torno a su piel resplandece,
sutilmente trabajado, entre el soplo de los vientos, lo mismo que sus sementales
siempre que él detiene el carro de yugo de oro y los corceles
y excelso los conduce a través del cielo hacia el Océano.
Salud, soberano, benévolo, riqueza que al ánimo agrade concédeme
que, tras comenzar por ti, celebraré el linaje de los hombres de antaño,
los semidioses, cuyos hechos los dioses inmortales mostraron.

Helios conduciendo lo que Udón Pérez llama "la cuádriga del Sol".
Perteneció al templo de Atenea en Troya
Museo de Pérgamo, Berlín
Este himno Homérico hace pareja con el Himno XXXII, dedicado a la Luna, Selene, dedicados ambos a realidades naturales complementarias.

Selene y Endimión, por Filippo Lauri (1650)

HIMNO XXXII

A LA LUNA

A la Luna sempiterna, de gráciles alas, cantad, Musas de dulce verbo, hijas del Crónida Zeus, duchas en el canto;
el resplandor que procede de ella y en el cielo se muestra la tierra abarca,
de su cabeza inmortal naciendo, y su belleza inmensa se manifiesta
cuando su luz ilumina: resplandece, oscuro el aire
ante su dorada corona; sus rayos brillan como a plena luz del día
cuando, tras lavarse en el Océano su hermoso cuerpo,
sus vestidos se viste, que a lo lejos rutilan, la divina Luna,
unce los potros de esbelto cuello, radiantes,
y con premura hacia delante azuza a sus caballos de hermosas crines,
a la hora de la tarde, cuando llena se halla; el rastro que deja es de gran tamaño,
y brillantísimos los rayos que entonces, en la fase creciente surgen
en el cielo: hito y señal para los mortales resulta.
Con ésta otrora el Crónida se unió en el amor y en el lecho,
y ella, embarazada, a Pandía engendró, doncella
que destacada figura posee entre los inmortales dioses.
Salud, soberana, diosa de los blancos brazos, divina Luna,
benévola, de hermosas guedejas: que, por ti comenzando, glorias de hombres
cantaré, de los semidioses, cuyas gestas celebran los aedos,
de las Musas servidores, con sus voces adorables.

Selene y Endimión, por Nicolas Poussin (1630)


Fuente:
Himnos Homéricos
Edición y traducción de José B. Torres
Cátedra, Madrid, 2005