viernes, 17 de mayo de 2013

Sardanápalo y el fin del Imperio Asirio

La muerte de Sardanápalo, por Eugene de la Croix

Hace unos días compré un ejemplar de la Biblioteca Histórica (Gredos, Madrid, 2001), de Diódoro de Sicilia, traducido y anotado por Francisco Parreu Alasá. Es un texto que no se circunscribe al mundo grecorromano, sino que nos lleva a la historia y mitología del Próximo Oriente, Egipto, África y Magreb y, considero, es un tesoro de saberes perdidos aunque no todo es verdad. Al fin y al cabo Diódoro mezcla la historia y el mito para ilustración de sus lectores. Revisando esta tarde, me encontré con el Imperio Asirio, Nino (fundador de Nínive), Semíramis y un descendiente de ellos cuya imagen libertina me persigue desde hace 50 años. Lo enseñaban en las escuelas venezolanas hasta finales de los años sesenta, tal vez con un fin moralizante, como corresponde a la educación clásica.

Me refiero a Sardanápalo (Asurbanipal 668-626 a C), cuyo nombre evoca corrupción, decadencia, molicie y muchos otros vicios que en mi tierna infancia causaban desazón. El cuadro de Eugéne de la Croix que ilustra este artículo, plasma el momento de la trágica muerte del gobernante asirio, último descendiente de una ilustre raza iniciada por Nino y Semíramis y que treinta generaciones más tarde produciría este personaje que es ejemplo de corrupción. Sin duda los dioses confunden a quienes quieren perder. Sin embargo, el cuadro no se ajusta exactamente a la descripción que nos hace Diódoro Sículo, veamos cómo era este personaje ninivita:
Asurbanipal y leones. Nínive.
Sardanápalo, que era el trigésimo desde Nino, el fundador del imperio, y fue el último rey de los asirios, superó a todos los anteriores a él en lujuria e indolencia. Aparte de no ser visto por nadie del exterior, llevó una vida de mujer y, residiendo con las concubinas e hilando púrpura y las lanas más suaves, se ponía un vestido femenino y, con afeites y todas de más prácticas de cortesanas, había conseguido tener la cara y todo el cuerpo más suave que toda mujer de lujo. Se dedicaba también a tener la voz afeminada y, en sus bacanales, no sólo a disfrutar continuamente de las bebidas y comidas más aptas para proporcionar placer, sino también a perseguir los goces afrodisíacos de hombre y, a la vez, de mujer: practicaba las uniones con ambos libremente, sin preocuparse nada en absoluto de la vergüenza de sus acciones. A tanto llegó en lujuria y en más vergonzoso placer e incontinencia que se hizo un canto fúnebre a indicó a sus sucesores en el gobierno que, después de su fin, inscribieran sobre su tumba lo escrito por él en lengua extranjera y traducido después por cierto griego:
Sabiendo bien que naciste mortal, levanta tu ánimo
gozando de las fiestas; muerto, ya no habrá ningún disfrute.
También yo soy polvo, aunque he reinado en la gran Nínive.
Tengo cuanto comí y me ufané y goces de amor
experimenté, pero aquellas muchas y felices cosas están pasadas.
Siendo de tal manera su carácter, no sólo terminó vergonzosa su vida él, sino que también arruinó de arriba abajo el imperio de los asirios, que había sido el más duradero de los que se recuerdan.
Los dos protagonistas del fin de Sardanápalo fueron Árbaces y Bélesis, que se pueden identificar con Ciaxares de Media y Nabopolasar de Babilonia (aquel era un general medo "de destacada valentía y nobleza de ánimo" y éste "el más insigne de los sacerdotes que los babilonios llaman caldeos"). Ambos se dedicaron a la tarea de coligar esfuerzos entre los pueblos sometidos al imperio, comenzando con babilonios, persas y árabes, para revelarse. Al final hasta los refuerzos enviados desde Bactriana se unieron a los rebeldes. Por un tiempo Sardanápalo pudo enfrentarlos exitosamente y sofocar la revuelta, más el fin de acercaba:
Imperio asirio. Tomado de http://classic.scriptures.lds.org
...Cuando todas las tropas estaban celebrando un banquete, Árbaces y los suyos, enterados por unos desertores de la indolencia y borrachera del campamento de los enemigos, hicieron inesperadamente el ataque de noche. Precipitándose ordenados contra desordenados, preparados contra desprevenidos, se apoderaron del campamento y, después de matar a muchos soldados, persiguieron a los otros hasta la ciudad; y los rebeldes. Después de esto, el rey, que había nombrado general a Galémenes, el hermano de su mujer, se ocupaba en persona del cuidado de las cosas de la ciudad; y los rebeldes, desplegados en la llanura delante de la ciudad, vencieron a los asirios en dos batallas y eliminaron a Galémenes y, de sus contrarios, a los unos, los degollaron en la huida y, a los otros, con la entrada de la ciudad imposibilitada y obligados a lanzarse al río Eufrates, los eliminaron a todos, excepto a unos pocos. Tal era la cantidad de muertos que la corriente que discurría cambió de color, mezclada con sangre, durante un trecho considerable. Después, cercado el rey, se unieron al asedio muchos pueblos, desertando cada uno hacia la libertad.
Y Sardanápalo, viendo que todo su reino estaba en el mayor peligro, envió, con muchas riquezas, a sus hijos, que eran tres, y a sus dos hijas a Paflagonia, junto al gobernador Cotas, que era el más leal de sus súbditos (...) Había sobre él profecía recibida de sus antepasados de que nadie tomaría Nínive por la fuerza si primero el río no se volvía enemigo de la ciudad. Suponiendo, pues, que eso nunca sería, se mantenía en sus esperanzas, imaginando que resistiría el asedio y que recibiría los ejércitos que iban a ser enviados por sus gobernadores.
Nínive, según la figuración de un artista.
Los rebeldes, enardecidos por sus éxitos, insistían en el asedio pero, a causa de la fortificación de las murallas, no podían hacer daño en absoluto a los de la ciudad: las catapultas de piedras o las protecciones de tortuga o los arietes ingeniados para la destrucción aún no estaban inventados por aquella época. Los de la ciudad tenían mucha abunfdancia de todas las provisiones, habiéndose preocupado antes el rey de esa cuestión. Por tanto, alargándose el asedio, insistieron dos años, haciendo ataques a los muros e impidiendo a los de la ciudad la salida hacia el territorio; pero al tercer año, después de caer continuamente grandes lluvias, resultó que el Eufrates, al hacerse más grande, inundó parte de la ciudad y derrumbó la muralla a lo largo de veinte estadios. Entonces el rey, pensando que se había cumplido el oráculo y que el río se había convertido claramente en enemigo de la ciudad, desesperó de la salvación. Y para no ser cautivo de los enemigos, construyó una pira muy grande en el palacio real y amontonó sobre ella todo el oro y la plata y, además de eso, toda la vestimenta real y, habiendo encerrado a las concubinas y a los eunucos en el habitáculo construido en medio de la pira, se quemó él y el palacio real junto con todo esto. Los rebeldes, informados de la destrucción de Sardanápalo, se apoderaron de la ciudad precipitándose a través de la parte derruida de la muralla. Tras poner a Árbaces la túnica real, lo nombraron rey y le confiaron el poder universal.
Esta visión de Sadanápalo que se popularizó a través de la educación clásica no es históricamente exacta. Al parecer, la imagen de este rey asirio está construida con retazos de varios reyes: "la muerte de Asurbanipal no se produjo de modo tan melodramático -nos dice el comentarista de la obra de Diódoro-; quien fue quemado así el año 648, voluntariamente o por accidente en Babilonia asediada durante tres años, es su hermano Samashsumuquin, que se había rebelado contra Asurbanipal". Tampoco fue ese el fin de Nínive, que definitivamente se perdió de manos de sus hijos del 614 al 606 a C. El imperio de Ciaxares (Árbaces) y su hijo Astiages es de poca duración, pues su vasallos persas se rebelan y los someten en 550 a C. por obra de Ciro II El Grande. También el reino neobabilónico/caldeo de Nabopolasar (Bélesis), su hijo Nabucodonosor y algún otro sucesor, fue conquistado por Ciro en 539 a C.

Boceto para el mismo cuadro por Eugene de la Croix


2 comentarios:

  1. Es siempre interesante la leyenda de Sardanápalo pero lo es también la historia real de Asurbanípal, que reinó entre el 667 y el 630 ó 627 a,C. según autores, pero habría nacido al menos 15 ó 20 años antes de reinar, y a quien la leyenda de la hoguera ha marcado mucho siendo falsa como dices, pues murió 15 años antes de la caída de Nínive.
    Los 25 primeros años de su reinado fueron de grandes conquistas y dominio militar absoluto de la región, conquistando Egipto y arrasando otros reinos vecinos, y después es cierto que su imperio comenzó a perder fuerza hasta derrumbarse y desaparecer en sólo tres décadas. Pero lo realmente importante de este rey es la creación de una gran Biblioteca gracias a la cual conocemos mucho de nuestra historia y nuestros relatos escritos más antiguos, los orígenes de nuestra cultura :La epopeya de Gilgamesh, las primeras cosmogonías, poesías, conjuros y presagios, los conocimientos astrológicos... Coleccionó todos los textos que pudo, copiando sus escribas viejas tablillas de barro y acumulando más de 5.000 en su propio palacio, además de los archivos del templo.
    Fue el primer rey de la historia que pregonó su saber escribir y leer textos incluso anteriores al diluvio, como él mismo escribió.
    Y, perdona mi atrevimiento, he sentido que tenía que decírtelo porque creo que la historia ha sido injusta con este rey Asurbanípal, pero también con Asiria y con Mesopotamia en general, pues representados por la mala imagen de Babilonia, la mítica se ha impuesto sobre la realidad de que esta región del mundo es el lugar de donde procede nuestra cultura.

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    1. Ciertamente, Asurbanipal fue un gran gobernante. La leyenda de Sardanápalo y su desorden fue creación de los enemigos de los ninivitas y babilonios, y Diódoro Sículo simplemente repite, sin espíritu crítico. Claro, siempre atrae más la vida y muerte desordenada de una persona (así sea mentira), que la obra de un hombre serio.

      El artículo fue simplemente una excusa para presentar mi nuevo libro e ilustrarlo con un cuadro de Delacroix.

      Un abrazo

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