lunes, 5 de noviembre de 2012

El pavo real y la diosa

EL PAVO REAL Y LA DIOSA

A la diosa Hera quejábase el pavo real de que no le hubiese dado la voz del ruiseñor, que todos admiran, en vez de su canto tan chillón que a todos causa risa. La diosa para consolarle le dijo:
- Verdad es que el ruiseñor canta mejor, pero en cambio tú le aventajas en tamaño, en garbo y hermosura: en tu cuello resplandecen los brillante colores de la esmeralda, y con las matizadas plumas de tu cola formas una rueda que parece de piedras preciosas.
- Pero ¿de qué sirve tanta belleza -replicó el pavo real- si una avecilla como el ruiseñor me excede en la voz?
A lo que contestó la diosa Hera:
- El mérito se repartió cual según la voluntad de los hados. A ti la hermosura, al águila la fuerza, al ruiseñor la melodía, al gallo el señalar las horas, y todos con lo suyo están contentos. Conténtate, pues, con lo que te ha tocado en suerte.
Todos debemos contentarnos con lo que Dios nos dio.


Muy recta e imparcial la actitud de Hera ante las quejas del vanidoso pavo; el hecho de que ésta fuese su ave emblemática y arrastrase el carro de la reina de los dioses, no hizo que la diosa variase en su decisión. ¡Cero tolerancia al tráfico de influencias! 
 El pavo real, además de vanidoso, es buen buen guardian y avisa con su canto la llegada de extraños; en ello se parece a Argos, el monstruo siempre vigilante cuyos cien cien ojos lleva en la cola.

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