viernes, 23 de noviembre de 2012

A Lesbia

V
Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis!
soles occidere et redire possunt:
nobis cum semel occidit brevis lux
nox est perpetua una dormienda.
da in basia mille, deinde centum,
deim mille altera, seim secunda centum
deinde usque altera mille, deinde centum,
dein, cum millia multa facerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut ne quis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
Vivir, Lesbia, y amar. Vamos a ello.
los chismes de los viejos amargados
nos tienen que importar menos que nada.
Puede ponerse el sol, salir de nuevo,
pero la breve luz de nuestros días
una vez que se apague, será noche
que habremos de dormir, interminable.
Dame mil besos ya, dame cien luego,
y más tarde otros mil y otra centena,
y mil más y cien más, todos seguidos.
y al fin, cuando sumemos otros miles,
los desordenaremos. Ni siquiera
nosotros lo sepamos. Que no pueda
un evidioso echarnos mal de ojo
si conoce el total de nuestros versos.


VII
Quaeris, quot mihi basiationes
tuae, Lesbia, sint satis superque.
quam magnus numerus Libyssae harenae
lasarpiciferis iacet Cyrenis
oraculum Iouis inter aestuosi
et Bati ueteris sacrum sepulcrum;
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
furtios hominum uident amores:
tam te basi multa basiare
uesano satis in super Catullo est,
quae nec pernumerare curiosi
possint nec mala fascinare lingua.
Preguntas, Lesbia, cuántos besos tuyos
me bastarían y me sobrarían.
Tantos como la cifra de la arena
de Libia, en la aromática Cirene,
entre el oráculo solar de Júpiter
y la tumba sagrada del legendario Bato,
o como las estrellas numerosas
que en la noche callada
contemplan los amores
furtivos de los hombres. Tantos, tantos
besos habrás de dar cuando lo beses
al loco Cátulo,
que diré que me bastan y me sobran
si no pueden contarlos los curiosos
mi maldecirnos en su mala lengua.

Cayo Valerio Cátulo
87 a C - 57 a C
Poeta
Fuente:
Poesía. Cátulo
Edición bilingüe de José Carlos Fernández Corte y Juan Antonio González Iglesias
Ediciones Cátedra, Madrid 2006.

Una breve nota:
Desde hace años las fuerzas de la oscuridad desatan una arremetida contra la cultura clásica a la que, en su ignorancia, consideran conocimiento inútil. Es la cuna de nuestra civilización occidental y de su progreso. Si a una planta se le eliminan las raíces, pronto marchita y muere. ¿Será eso lo que quieren los políticos? Tal vez prefieran a un pueblo ignorante al que manipular. Si se desean ciudadanos y hombres libres debe enseñarse en las escuelas y promoverla. Hoy hay un frente de batalla en España (leer aquí). Es la lucha entre la civilización y la barbarie.
El fracaso de los sistemas educativos no se combate bajando el nivel de la enseñanza o eliminando materias de los programas de estudio, sino exigiendo niveles de excelencia de docentes y alumnos.
Mi solidaridad con quienes desde las trincheras defienden la cultura y su derecho a perdurar.

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