miércoles, 5 de mayo de 2010

A la caza de libros viejos


























Una de las cosas más gratas que se puede hacer en Caracas es ir a la caza de libros usados o viejos. No se trata de antiguas librerías establecidas, llenas de ediciones raras o incunables. Es más bien el comercio buhoneril del libro usado. Cada vez que voy al centro de Caracas me dirijo, como en un peregrinaje místico, al puente de la avenida Fuerzas Armadas con Urdaneta. Mucho bibliófilo caraqueño lo conoce como el Puente de las Viudas por lo que se consigue en este mercadillo de oportunidades. El Puente (con mayúscula) es el destino final de muchas bibliotecas de la ciudad. Si muere el propietario, los herederos se deshacen de los libros; si hay una mudanza en ciernes a un a vivienda más pequeña, los libreros del Puente son una opción; si se va a abandonar el país, la biblioteca termina vendida allí. También mucha biblioteca pública o escolar puede correr con la misma suerte, así que hay que estar atentos en esta cinegética libresca.

Mi consejo para el que no conoce el lugar es acercarse y curiosear como "con desgano", en los puestos de los libreros y verlos con fingido desprecio. Ésta operación permite conocer la oferta del momento. No duden en preguntar. Hay puestos especializados en derecho, historia, arte, filosofía... hay para todos los gustos. Con el tiempo se crea una relación bibliófilo-librero que puede ser muy satisfactoria. Todo depende de lo que se desee o apetezca. Aquí encontraremos libros autografiados por sus autores y dedicados a alguna personalidad; allá libros de los siglos XIX y XX; más acá literatura clásica venezolana y universal, escondidos entre planfletos aparecen cosas interesantes. Siempre es bueno tocar, preguntar, escoger, dejar, volver... Al final siempre se sale con algo que enriquecerá nuestra biblioteca o satisfará nuestra curiosidad.

Recientemente, la Alcaldía de Libertador construyó unos puestos uniformes para alojar los libros y dar alguna comodidad a los libreros. El diseño no es el más afortunado (parecen puestos para vender empanadas), pero al menos se adecentó el lugar.

En la ilustración, un libro de los años 20 dedicado por su autor, José Antonio Cova, a una niña.